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Thursday, February 17, 2005

Hola de nuevo. Otra vez aterrizo aquí después de navegar p0r muchos blogs ajenos. La verdad es que cada vez me dan mas asco los americanos, despues de leer toda la mierda que escriben. No entiendo porqué hay tantos que escriben sobre política. Todos a favor de su puto gobierno . Me parece increíble! Realmente son los que menos saben de lo que pasa y ha pasado en el mundo, debido a que en la escuela apenas aprenden nada, y les es muy difícil acceder a estudios superiores. Se puede decir que es un pueblo ignorante, y no paran de hablar de política!!
Hace poco me metí en una discusión en un blog de una tía que decía que Bush era lo mejor que le había pasado a su país, y que si creías en Diós tenías que votarle , y no se qué mierdas más. La verdad es que empecé yo la discusión , llamándola facha y dándole un par de los miles de argumentos que existen de porqué no son buenas las guerras. El caso es que empezó a escribir cada vez más y más gente, todos americanos al parecer, y me pareció increíble el hecho de que incluso los que no estaban tan a favor de la política de Bush, tampoco estuvieran realmente en contra de la política americana de comerse el mundo. Tenían todos el cerebro tan lavado que daba pena oir sus argumentaciones... Al final la dueña del blog nos censuró a todos, borró el post, y escribió otro en el que no se podía comentar, diciéndo cosas totalmente fanáticas sobre Cristo y sobre su religión (neo-baptista o algo así). Muchos de los que habíamos sido censurados volvimos a comentar algo en un post un poco más antiguo, y al final acabaron todos hablando de Diós y yo desistí, porque no valía la pena. Y a partir de esto me he fijado en que muchos blogs de americanos hablan de religión y de política. Me parece que los únicos fanáticos son ellos, y estoy harta de que vayan por ahí amenazando a otros países y matando a miles y miles de seres humanos. Espero que pillen pronto, de verdad que lo deseo, que pillen todos esos ignorantes , fascistas y fanáticos de mierda!!

Commentarios:
Hola! Me gusta como escribes! Me he leido tu blog de un tirón... No tengo nada trascendental para decirte... lo siento :o(... Solo que soy una lectora tuya.

Un besote!
 
Yo creo que dios es grande y Bush es su profeta en la tierra. Sus guerras preventivas purgan el planeta de los demonios terroristas y nos ayudan quitar las malas hierbas del campo facundo. La derecha es la única política acertada para hacer un sistema más justo y bonito porque..... No no no, es broma.. Yo no soy un facha, fanático religioso con el cerebro centrifugado. Ya he tenido este tipo de experiencias místicas que comentas. Hay mucho indocumentado con internet y hay mucho americano alienado. Pero no generalices que todo y los resultados electorales también hay mucha disidencia pensante en nueva yo y en boston (por ejemplo).

salut
 
Maru tiene razón, escribes muy bien. Los americanos no tienen lavado el tarro, simplemente son deficientes mentales los pobres. O si no mira a ver quienes son los que les hacen estar en la vanguardia la tecnología. Cuando necesitan un especialista en algo, lo importan. Su educación es de nivel de párvulos, así que no saben hacer nada por sí mismos. Miara a su presidente si no . . .
Ánimo, sigue posteando, quiero leerte más.
 
Mis padres se mueren poco a poco, aburridos viendo la puta television, como abrazados por el tiempo, resignados, con la esperanza de que sus hijos sean felices en este puto mundo de mierda.
Jamas podría decirle a nadie nada violento , porque en realidad no odio individualmente a nadie, odio las ideas comunes, las direcciones sociales, la prepotencia científica, la hipocresía piramidal, que mierda que mierda.
Eso si con unos besos y unos cuentos abrazos vuelves a ser uno mas de ellos y te conviertes en un defensor del amor, del tuyo, del que te toca.
Caridad caridad por todo y por todas las cosas,¿ hacia donde pretendes huir ?
Dios a muerto, Nihilismo? budismo? pero que mierda me cago en todo, un día cuando mis padres se mueran, me tiro por la ventana, como lo hizo mi amigo Rafa, el siempre preguntaba de coña ¿ me tiro ? y un día plassss desde el octavo que cojones si señor un tipo con cojones.
Un beso Rafa, siempre fuiste un artista.
 
Es bastante irónico: a sólo cerca de una década desde que la idea de Estados Unidos como una potencia imperial llegara a ser aceptada por la derecha y la izquierda, y que la gente pudo llegar a hablar realmente de un imperio estadounidense, este último muestre múltiples indicios de su incapacidad de continuar. Y, por cierto, ya es posible imaginar su colapso, y especular abiertamente al respecto.





Los neoconservadores que están en el poder en Washington, y gustan de hablar de EE.UU. como el único imperio del mundo después de la desintegración soviética, se negarán, por supuesto, a creer en un colapso semejante, tal como ignoran las realidades de la guerra imperial en Irak. Pero creo que es nuestro deber examinar seriamente cómo el sistema de EE.UU. se está poniendo tan drásticamente en peligro que causará no sólo el colapso de su imperio mundial, sino que cambiará drásticamente a la nación en el frente interno.





Todos los imperios terminar por derrumbarse: Akkad, Sumeria, Babilonia, Ninevah, Asiria, Persia, Macedonia, Grecia, Cartago, Roma, Mali, Songhai, Mongol, Tokugawa, Gupta, Jemer, Habsburgo, Inca, Azteca, Español, Holandés, Otomano, Austriaco, Francés, Británico, Soviético, todos, todos cayeron, y la mayoría en unos pocos siglos. Las razones no son demasiado complejas. Un imperio es una especie de sistema estatal que inevitablemente comete los mismos errores simplemente por la naturaleza de la estructura imperial y que inevitablemente fracasa por su tamaño, su complejidad, su extensión territorial, su estratificación, su heterogeneidad, su dominación, jerarquía y desigualdades.





En mi interpretación de la historia de los imperios he llegado a cuatro motivos que casi siempre explican su colapso. (El nuevo libro de Jared Diamond “Collapse” también contiene una lista de razones para el colapso social, que se traslapan ligeramente, pero habla de otros sistemas que los imperios.) Considerémoslos, sobre todo como referencia al actual imperio estadounidense.





Primero, la degradación medioambiental. Los imperios siempre terminan destruyendo las tierras y las aguas de las que dependen para su supervivencia, sobre todo porque construyen, cultivan y crecen sin límites, y el nuestro no es una excepción, incluso si aún nos queda por vivir la peor parte de nuestro ataque contra la naturaleza. La ciencia está de acuerdo en que todos los indicadores ecológicos importantes están en baja y lo han estado durante decenios: la erosión de las capas arables y de las playas, el agotamiento de las reservas de pesca, la deforestación, el agotamiento del agua dulce y de los sistemas acuíferos, la contaminación del agua, de la tierra, del aire y de los alimentos, la salinización del suelo, la superpoblación, el superconsumo, el agotamiento del petróleo y de los minerales, la introducción de nuevas enfermedades y la vigorización de las antiguas, los extremos cambios climáticos, el derretimiento de los casquetes glaciares y el aumento del nivel del mar, la extinción de especies, y el excesivo uso humano de la capacidad fotosintética de la tierra. Como ha dicho el biólogo de Harvard, E.O. Wilson, después de un prolongado examen del impacto humano sobre la tierra, nuestra “huella ecológica es demasiado grande para que el planeta la tolere, y está creciendo”. Un estudio del Departamento de Defensa del año pasado predijo que “un abrupto cambio climático”, que probablemente ocurrirá dentro de una década, provocará una escasez “catastrófica” de agua y energía, “trastornos y conflictos” endémicos, guerras que “definirán la vida humana”, y una “caída importante” en la capacidad del planeta de mantener a su actual población. El fin del imperio es seguro, tal vez lo sea el fin de la civilización.





Segundo: sobrecarga económica. Los imperios siempre dependen de una excesiva explotación de los recursos, derivados generalmente de colonias que se hallan más y más alejadas del centro, y en su momento se derrumban cuando los recursos se agotan o cuando se hacen demasiado caros para todos, con la excepción de la elite. Es exactamente el camino en el que nos encontramos: se predice que el pico de la extracción de petróleo, por ejemplo, ocurrirá en uno o dos años, y nuestra economía se basa enteramente en un frágil sistema en el que todo el mundo produce y nosotros, en general, consumimos (la producción de EE.UU. es sólo un 13 por ciento de su PIB). Actualmente mantenemos un déficit comercial de casi 630.000 millones de dólares con el resto del mundo, ha aumentado en increíbles 500.000 millones de dólares desde 1993, y en 180.000 millones desde que Bush se hizo cargo en 2001 – y para pagarlo tenemos que tener un influjo de dinero del resto del mundo de unos 1.000 millones de dólares por día, que había disminuido a la mitad a fines del año pasado. Ese tipo de exceso es simplemente insostenible, especialmente si se piensa en que el otro imperio mundial, China, que es crucial para mantenerlo, tiene unos 83.000 millones de dólares prestados al tesoro de EE.UU.





Súmese a esto que una economía que se apoya en un déficit del presupuesto federal de casi 500.000 millones de dólares, lo que forma parte de una deuda nacional total de 7,4 billones de dólares en el pasado otoño, y la continua sangría de la economía por lo militares de por lo menos 530.000 millones de dólares al año (sin contar la inteligencia militar, cuyo coste nunca conoceremos). No hay quien piense tampoco que sea sostenible, por eso el dólar ha perdido su valor en todas partes – hasta un 30 por ciento respecto al euro desde 2000 – y el mundo comienza a perder confianza en las inversiones en este país. Preveo que en sólo unos pocos años, el dólar habrá sufrido tanto daño que los estados petroleros ya no querrán operar en esa moneda y se volcarán hacia el euro en su lugar, y que China dejará que el yuan flote frente al dólar, llevando efectivamente a esta nación a la bancarrota y a la impotencia, incapaz de controlar la vida económica dentro de sus fronteras y mucho menos en el extranjero.





Tercero: la sobre-extensión militar. Los imperios, porque son colonizadores por definición, se ven obligados a extender el alcance de sus fuerzas armadas más y más lejos, y a ampliarlas cada vez más contra colonias mal dispuestas, hasta que las arcas del estado se agotan, las líneas de comunicación se sobre-extienden, las tropa se hace poco fiable, y la periferia resiste y termina por sublevarse. El imperio estadounidense, que comenzó su alcance mundial mucho antes de Bush II, tiene ahora unos 446.000 soldados activos en más de 725 bases reconocidas (y un sinnúmero secretas) en por lo menos 38 países en todo el mundo, más una “presencia militar” formal en no menos de 153 países en todos los continentes con la excepción de la Antártica – y casi una docena de flotas perfectamente armadas en todos los océanos. Y eso significa sobre-extensión: EE.UU. tiene menos de un 5 por ciento de la población del mundo. Y ahora que Bush ha declarado una “guerra contra el terror”, en lugar de una guerra más factible contra Al Qaeda que deberíamos haber lanzado, nuestros ejércitos y agentes se encontrarán en un campo de batalla universal y permanente que es posible controlar o limitar.





Hasta ahora la red militar no se ha derrumbado, pero como lo indica Irak es puesta fuertemente a prueba y bastante incapaz de establecer estados clientes que hagan lo que se nos antoje y protejan los recursos que necesitamos. Y como el sentimiento anti-estadounidense sigue extendiéndose y profundizándose en todos los países musulmanes, en gran parte de Europa y de Asia – y a medida que más países rechazan los “ajustes estructurales” que necesita nuestra globalización dirigida por el FMI, es bastante probable que la periferia de nuestro imperio comience a resistir nuestro dominio, militarmente si es necesario. Y lejos de tener la capacidad de librar dos guerras simultáneas, como lo esperaba el Pentágono, estamos demostrando que ni siquiera podemos sostener una.





Finalmente, el disenso y la agitación interiores. Los imperios tradicionales terminan derrumbándose desde adentro así como a menudo son atacados desde afuera, y hasta ahora el nivel de disenso dentro de EE.UU. no ha llegado al punto de rebelión o secesión, gracias a la creciente represión del disenso y a la escalada del miedo en nombre de la “seguridad de la patria” y al éxito de nuestra versión moderna de pan y circo, una combinación única de entretenimiento, deporte, televisión, sexo y juegos por Internet, consumo, drogas, alcohol, y religión, que insensibilizan efectivamente al público en general, llevándolo al aletargamiento. Pero las tácticas de la administración Bush II muestran que tiene tanto temor de una expresión del disenso popular que está dispuesta a desafiar e ignorar a los grupos ecologistas, de derechos civiles, y progresistas, a sobornar a los comentaristas para que presenten su propaganda, a expandir la vigilancia y las violaciones de la privacidad a través de las bases de datos, a utilizar la supremacía partidaria y las tácticas de negociaciones secretas para no hacer caso de la oposición parlamentaria, a utilizar mentiras y engaños como una parte normal de las operaciones gubernamentales, a violar leyes y tratados internacionales con objetivos a corto plazo, y a utilizar la religión para encubrir todas sus políticas.





Resulta difícil creer que la gran masa del público estadounidense llegue jamás a precipitarse para desafiar al imperio en casa hasta que las cosas empeoren considerablemente. Es un público, después de todo, que, como estableció un sondeo Gallup en 2004, cree en un 61 por ciento que “la religión puede solucionar todos o la mayoría de los problemas de la actualidad”, y según un sondeo de Time/CNN en 2002, cree en un 59 por ciento en el inminente Apocalipsis y a considerar toda amenaza o desastre como evidencia de la voluntad divina. Y, a pesar de todo, es también difícil creer que una nación tan intrínsicamente corrupta como ésta – en todas sus instituciones fundamentales, sus partidos, universidades, corporaciones, agentes de bolsa, contables, gobiernos comprados, y que reposa sobre una base social y económica de ingresos y propiedades intolerablemente desiguales, que se hacen cada vez más desiguales, pueda mantenerse durante mucho tiempo. El recrudecimiento de la discusión sobre una secesión en la última elección, parte de la cual fue seria en extremo, y que llevó a organizaciones en la mayoría de los estados azules, que por lo menos una minoría está dispuesta a pensar en pasos drásticos para “alterar o abolir” un régimen con el que está en desacuerdo fundamental.





Estos cuatro procesos por los que los imperios siempre terminan por caer, me parecen ineludiblemente vigentes, en diversos grados, en este último imperio. Y pienso que una combinación de varios de ellos producirá su colapso dentro de algo como los próximos 15 años.





El reciente libro de Jared Diamond que describe la forma como se derrumban las sociedades sugiere que la sociedad estadounidense, o la civilización industrial en su conjunto, pueden aprender de sus fracasos del pasado y evitar su suerte, una vez que se den cuenta de los peligros de su orientación actual. Pero esto no ocurrirá, y por un motivo que el propio Diamond comprende.





Porque, como dice en su análisis de la sociedad nórdica en Groenlandia, predestinada al fracaso, que se derrumbó a principios del Siglo XV: “Los valores a los que la gente se aferra de modo más obstinado bajo condiciones inadecuadas son aquellos que fueron previamente la fuente de sus mayores triunfos sobre la adversidad”. Si es así, y sus ejemplos parecen demostrarlo, entonces podemos aislar los valores de la sociedad estadounidense que han sido responsables por sus mayores triunfos y saber que nos aferramos a ellos a toda costa. Son, en una burda mezcla: capitalismo, individualismo, nacionalismo, tecnofilia, y humanismo (en el sentido de la dominación de los seres humanos sobre la naturaleza). No existe posibilidad alguna, no importa cuán grave y obvia sea la amenaza, de que los abandonemos como sociedad.





Por lo tanto no hay ninguna posibilidad de escapar al colapso del imperio.
 
Es bastante irónico: a sólo cerca de una década desde que la idea de Estados Unidos como una potencia imperial llegara a ser aceptada por la derecha y la izquierda, y que la gente pudo llegar a hablar realmente de un imperio estadounidense, este último muestre múltiples indicios de su incapacidad de continuar. Y, por cierto, ya es posible imaginar su colapso, y especular abiertamente al respecto.





Los neoconservadores que están en el poder en Washington, y gustan de hablar de EE.UU. como el único imperio del mundo después de la desintegración soviética, se negarán, por supuesto, a creer en un colapso semejante, tal como ignoran las realidades de la guerra imperial en Irak. Pero creo que es nuestro deber examinar seriamente cómo el sistema de EE.UU. se está poniendo tan drásticamente en peligro que causará no sólo el colapso de su imperio mundial, sino que cambiará drásticamente a la nación en el frente interno.





Todos los imperios terminar por derrumbarse: Akkad, Sumeria, Babilonia, Ninevah, Asiria, Persia, Macedonia, Grecia, Cartago, Roma, Mali, Songhai, Mongol, Tokugawa, Gupta, Jemer, Habsburgo, Inca, Azteca, Español, Holandés, Otomano, Austriaco, Francés, Británico, Soviético, todos, todos cayeron, y la mayoría en unos pocos siglos. Las razones no son demasiado complejas. Un imperio es una especie de sistema estatal que inevitablemente comete los mismos errores simplemente por la naturaleza de la estructura imperial y que inevitablemente fracasa por su tamaño, su complejidad, su extensión territorial, su estratificación, su heterogeneidad, su dominación, jerarquía y desigualdades.





En mi interpretación de la historia de los imperios he llegado a cuatro motivos que casi siempre explican su colapso. (El nuevo libro de Jared Diamond “Collapse” también contiene una lista de razones para el colapso social, que se traslapan ligeramente, pero habla de otros sistemas que los imperios.) Considerémoslos, sobre todo como referencia al actual imperio estadounidense.





Primero, la degradación medioambiental. Los imperios siempre terminan destruyendo las tierras y las aguas de las que dependen para su supervivencia, sobre todo porque construyen, cultivan y crecen sin límites, y el nuestro no es una excepción, incluso si aún nos queda por vivir la peor parte de nuestro ataque contra la naturaleza. La ciencia está de acuerdo en que todos los indicadores ecológicos importantes están en baja y lo han estado durante decenios: la erosión de las capas arables y de las playas, el agotamiento de las reservas de pesca, la deforestación, el agotamiento del agua dulce y de los sistemas acuíferos, la contaminación del agua, de la tierra, del aire y de los alimentos, la salinización del suelo, la superpoblación, el superconsumo, el agotamiento del petróleo y de los minerales, la introducción de nuevas enfermedades y la vigorización de las antiguas, los extremos cambios climáticos, el derretimiento de los casquetes glaciares y el aumento del nivel del mar, la extinción de especies, y el excesivo uso humano de la capacidad fotosintética de la tierra. Como ha dicho el biólogo de Harvard, E.O. Wilson, después de un prolongado examen del impacto humano sobre la tierra, nuestra “huella ecológica es demasiado grande para que el planeta la tolere, y está creciendo”. Un estudio del Departamento de Defensa del año pasado predijo que “un abrupto cambio climático”, que probablemente ocurrirá dentro de una década, provocará una escasez “catastrófica” de agua y energía, “trastornos y conflictos” endémicos, guerras que “definirán la vida humana”, y una “caída importante” en la capacidad del planeta de mantener a su actual población. El fin del imperio es seguro, tal vez lo sea el fin de la civilización.





Segundo: sobrecarga económica. Los imperios siempre dependen de una excesiva explotación de los recursos, derivados generalmente de colonias que se hallan más y más alejadas del centro, y en su momento se derrumban cuando los recursos se agotan o cuando se hacen demasiado caros para todos, con la excepción de la elite. Es exactamente el camino en el que nos encontramos: se predice que el pico de la extracción de petróleo, por ejemplo, ocurrirá en uno o dos años, y nuestra economía se basa enteramente en un frágil sistema en el que todo el mundo produce y nosotros, en general, consumimos (la producción de EE.UU. es sólo un 13 por ciento de su PIB). Actualmente mantenemos un déficit comercial de casi 630.000 millones de dólares con el resto del mundo, ha aumentado en increíbles 500.000 millones de dólares desde 1993, y en 180.000 millones desde que Bush se hizo cargo en 2001 – y para pagarlo tenemos que tener un influjo de dinero del resto del mundo de unos 1.000 millones de dólares por día, que había disminuido a la mitad a fines del año pasado. Ese tipo de exceso es simplemente insostenible, especialmente si se piensa en que el otro imperio mundial, China, que es crucial para mantenerlo, tiene unos 83.000 millones de dólares prestados al tesoro de EE.UU.





Súmese a esto que una economía que se apoya en un déficit del presupuesto federal de casi 500.000 millones de dólares, lo que forma parte de una deuda nacional total de 7,4 billones de dólares en el pasado otoño, y la continua sangría de la economía por lo militares de por lo menos 530.000 millones de dólares al año (sin contar la inteligencia militar, cuyo coste nunca conoceremos). No hay quien piense tampoco que sea sostenible, por eso el dólar ha perdido su valor en todas partes – hasta un 30 por ciento respecto al euro desde 2000 – y el mundo comienza a perder confianza en las inversiones en este país. Preveo que en sólo unos pocos años, el dólar habrá sufrido tanto daño que los estados petroleros ya no querrán operar en esa moneda y se volcarán hacia el euro en su lugar, y que China dejará que el yuan flote frente al dólar, llevando efectivamente a esta nación a la bancarrota y a la impotencia, incapaz de controlar la vida económica dentro de sus fronteras y mucho menos en el extranjero.





Tercero: la sobre-extensión militar. Los imperios, porque son colonizadores por definición, se ven obligados a extender el alcance de sus fuerzas armadas más y más lejos, y a ampliarlas cada vez más contra colonias mal dispuestas, hasta que las arcas del estado se agotan, las líneas de comunicación se sobre-extienden, las tropa se hace poco fiable, y la periferia resiste y termina por sublevarse. El imperio estadounidense, que comenzó su alcance mundial mucho antes de Bush II, tiene ahora unos 446.000 soldados activos en más de 725 bases reconocidas (y un sinnúmero secretas) en por lo menos 38 países en todo el mundo, más una “presencia militar” formal en no menos de 153 países en todos los continentes con la excepción de la Antártica – y casi una docena de flotas perfectamente armadas en todos los océanos. Y eso significa sobre-extensión: EE.UU. tiene menos de un 5 por ciento de la población del mundo. Y ahora que Bush ha declarado una “guerra contra el terror”, en lugar de una guerra más factible contra Al Qaeda que deberíamos haber lanzado, nuestros ejércitos y agentes se encontrarán en un campo de batalla universal y permanente que es posible controlar o limitar.





Hasta ahora la red militar no se ha derrumbado, pero como lo indica Irak es puesta fuertemente a prueba y bastante incapaz de establecer estados clientes que hagan lo que se nos antoje y protejan los recursos que necesitamos. Y como el sentimiento anti-estadounidense sigue extendiéndose y profundizándose en todos los países musulmanes, en gran parte de Europa y de Asia – y a medida que más países rechazan los “ajustes estructurales” que necesita nuestra globalización dirigida por el FMI, es bastante probable que la periferia de nuestro imperio comience a resistir nuestro dominio, militarmente si es necesario. Y lejos de tener la capacidad de librar dos guerras simultáneas, como lo esperaba el Pentágono, estamos demostrando que ni siquiera podemos sostener una.





Finalmente, el disenso y la agitación interiores. Los imperios tradicionales terminan derrumbándose desde adentro así como a menudo son atacados desde afuera, y hasta ahora el nivel de disenso dentro de EE.UU. no ha llegado al punto de rebelión o secesión, gracias a la creciente represión del disenso y a la escalada del miedo en nombre de la “seguridad de la patria” y al éxito de nuestra versión moderna de pan y circo, una combinación única de entretenimiento, deporte, televisión, sexo y juegos por Internet, consumo, drogas, alcohol, y religión, que insensibilizan efectivamente al público en general, llevándolo al aletargamiento. Pero las tácticas de la administración Bush II muestran que tiene tanto temor de una expresión del disenso popular que está dispuesta a desafiar e ignorar a los grupos ecologistas, de derechos civiles, y progresistas, a sobornar a los comentaristas para que presenten su propaganda, a expandir la vigilancia y las violaciones de la privacidad a través de las bases de datos, a utilizar la supremacía partidaria y las tácticas de negociaciones secretas para no hacer caso de la oposición parlamentaria, a utilizar mentiras y engaños como una parte normal de las operaciones gubernamentales, a violar leyes y tratados internacionales con objetivos a corto plazo, y a utilizar la religión para encubrir todas sus políticas.





Resulta difícil creer que la gran masa del público estadounidense llegue jamás a precipitarse para desafiar al imperio en casa hasta que las cosas empeoren considerablemente. Es un público, después de todo, que, como estableció un sondeo Gallup en 2004, cree en un 61 por ciento que “la religión puede solucionar todos o la mayoría de los problemas de la actualidad”, y según un sondeo de Time/CNN en 2002, cree en un 59 por ciento en el inminente Apocalipsis y a considerar toda amenaza o desastre como evidencia de la voluntad divina. Y, a pesar de todo, es también difícil creer que una nación tan intrínsicamente corrupta como ésta – en todas sus instituciones fundamentales, sus partidos, universidades, corporaciones, agentes de bolsa, contables, gobiernos comprados, y que reposa sobre una base social y económica de ingresos y propiedades intolerablemente desiguales, que se hacen cada vez más desiguales, pueda mantenerse durante mucho tiempo. El recrudecimiento de la discusión sobre una secesión en la última elección, parte de la cual fue seria en extremo, y que llevó a organizaciones en la mayoría de los estados azules, que por lo menos una minoría está dispuesta a pensar en pasos drásticos para “alterar o abolir” un régimen con el que está en desacuerdo fundamental.





Estos cuatro procesos por los que los imperios siempre terminan por caer, me parecen ineludiblemente vigentes, en diversos grados, en este último imperio. Y pienso que una combinación de varios de ellos producirá su colapso dentro de algo como los próximos 15 años.





El reciente libro de Jared Diamond que describe la forma como se derrumban las sociedades sugiere que la sociedad estadounidense, o la civilización industrial en su conjunto, pueden aprender de sus fracasos del pasado y evitar su suerte, una vez que se den cuenta de los peligros de su orientación actual. Pero esto no ocurrirá, y por un motivo que el propio Diamond comprende.





Porque, como dice en su análisis de la sociedad nórdica en Groenlandia, predestinada al fracaso, que se derrumbó a principios del Siglo XV: “Los valores a los que la gente se aferra de modo más obstinado bajo condiciones inadecuadas son aquellos que fueron previamente la fuente de sus mayores triunfos sobre la adversidad”. Si es así, y sus ejemplos parecen demostrarlo, entonces podemos aislar los valores de la sociedad estadounidense que han sido responsables por sus mayores triunfos y saber que nos aferramos a ellos a toda costa. Son, en una burda mezcla: capitalismo, individualismo, nacionalismo, tecnofilia, y humanismo (en el sentido de la dominación de los seres humanos sobre la naturaleza). No existe posibilidad alguna, no importa cuán grave y obvia sea la amenaza, de que los abandonemos como sociedad.





Por lo tanto no hay ninguna posibilidad de escapar al colapso del imperio.
 
Si dijera que ninguna generalización es cierta, probablemente incurriría en el defecto que critico.

Tengo un amigo por Internet. Es norteamericano y era un niño cuando se produjo la guerra civil española. Sus héroes son los miembros de las brigadas internacionales y los republicanos españoles.

Se considera anarquista y es un buen hombre. Ahora está jubilado después de trabajar toda una vida como obrero y cuida a un hijo que adoptó con parálisis cerebral.

Siempre ha hablado de la elección de Bush como la mayor desgracia que le haya podido ocurrir a América.

Me sorprendió cuando los Estados unidos invadieron Afganistán, pero también luego Irak enviándome imágenes pretendidamente 'graciosas' o 'patrióticas', pero siempre en apoyo de sus fuerzas militares.

Como todos los fenómenos sociales, los estados unidos es algo complejo, difícilmente encasillable en una charla de tópicos o unas pocas generalizaciones. Habitualmente les consideramos estúpidos de forma individual, pero habría que analizar como a base de aglomerar estúpidos llegaron a la Luna.

Sobre el pesimismo que planea sobre tu blog quisiera animarte a pensar que perduramos en nuestras obras y estas son mas frecuentemente fruto del amor que ponemos en algo -aunque sea uno mismo- que de la desesperación, el dolor y el tedio de la autocompasión.
 
Para poder hablar tenemos que generalizar. Si intentáramos hablar de cada caso particular, no serían posibles las conversaciones sobre la vida, sobre la humanidad o sobre los sentimientos universales. Creo que no necesito decir que no odio a cada individuo americano en particular, creo que se entiende a qué tipo de gente he
intentado criticar. Tal vez si hoy intentara hablar del mismo tema, el texto me hubiera salido muy distinto, pero a veces uno siente con mucha intensidad y entonces
las palabras fluyen de un modo más irracional, que cuando se escribe friamente analizando cada argumento. Y a mí me gusta escribir con pasión, dejarme llevar y sacar toda la agonía que llevo dentro; y por eso cuando me siento feliz no suelo escribir nada.
Sobre el tema de llegar a la luna, tampoco lo veo un gran logro americano.La ciencia no entiende de naciones, es un producto de la humanidad, de la capacidad humana de preguntar. Los físicos europeos y del mundo no tienen nada más que envidiar a los de Estados Unidos que el dinero que estos disponen para sus proyectos.
Es bonito que el ser humano se entretenga solucionando problemas matemáticos y teóricos, y que con ello consiga desarrollar su tecnología cada vez más. Pero creo que hoy en día se venera demasiado a los científicos, y no por mucho estudiar se vuelve nadie mejor persona. Sino, cómo puede ser que la mayoría de físicos y científicos dediquen sus vidas al desarrollo de armamento?
 
Yo no te voy a hablar ni de política, ni de la iglesia, solo puedo decirte, que desde luego todos los paises caminan hacia la misma linea, caminar paralelamente y dando fuerza mutua a la politica a base de religión y viceversa.
 
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