Van pasando mis días...

Hola de nuevo,
son las once de la noche y en esta habitación hace bastante frío. Este día está apunto de terminar para mí. Me siento ante el ordenador, miro mi correo por si alguién me ha escrito ( por supuesto no) y luego me paso por los blogs de la gente que me ha comentado. Esto lo hago porque tengo vacaciones y mañana no hay que madrugar, sino me limitaría al acto frustrante de mirar mi e-mail.
Soy demasiado vaga para contestar a cada uno de los comentarios, pero en realidad tendría algo que decirles a todos. En primer lugar que me siento muy afortunada de que estén ahí, y después para cada uno tengo un pensamiento...

qué frío en las manos...

Hoy he estado en casa con mi hermano, hemos estado haciendo unos informes de unas prácticas, después el entreno, y al final se ha acabado el día, así , sin más. La perra está pachucha y me preocupa, pero no tengo dinero para llevarla al veterinario. No sé qué le pasa, pero lleva tiempo arrastrándolo. La primavera aún no ha llegado a este país, y sigue haciendo un frío desagradable. Nunca supe que me gustaba tanto el calor, hasta que no me vine a este país tan nórdico. Al conocer más a fondo a la gente de aquí también me di cuenta de lo que tenía yo de española, y de lo que cuesta a veces entender la mentalidad de otros sitios. Ahora ya me he acostumbrado más a su frialdad, y la verdad es que así se puede vivir bastante tranquilo. Pero no puedes evitar, de vez en cuando, hechar de menos el calor humano de la gente del sur. Bueno, en realidad no es calor humano, son nuestras costumbres, el trato que consideramos obvio entre humanos.

Bueno, como veis la poesía se ha secado en mí. Ya no queda ni gota. Solo puedo hablar de lo que tengo en frente, de mi vida, seca y sosa como casi nada. Recuerdo cuando escribía sin parar, siempre odié hablar de mi vida, de lo material de la vida. Solo me interesaba lo abstracto. Pero ahora leo esos textos y me parecen casi todos iguales. Entonces, de qué se puede escribir? Si la vida real y contundente me parece vanal, y mis estados del alma cursis y repetitivos, entonces qué queda? Inventar, inventar e inventar. Y para eso hay que ser aplicado...y yo no lo soy...Pero la poesía no se puede inventar, la poesía hay que sentirla!...entonces lo que me falta es la inspiración. Y de dónde me compro yo un poco de inspiración? De dónde podría sacarla? Es imposible. Me alejo cada vez más del mundo del arte, porque me estoy metiendo cada vez más en el mundo de la vida, de las facturas, de la carrera, del dinero, de la realidad. Hay gente que mantiene siempre el equilibrio, pero yo no nunca fui equilibrada. Y aquí estoy, a la espera de una nueva inspiración, que mucho me temo no llegará.